lunes, 26 de julio de 2010

La minoría de uno

Posiblemente un loco era una "minoría de uno".
George Orwell

Unas dos veces por año, acostumbro el ejercicio (bastante recomendable) de buscar mi nombre en Google para ver qué resultados arroja. Hace aproximadamente una semana, tras "googlear" mi nombre y apellidos, me encontré con una entrada que llamó bastante mi atención. Se trataba de la entrada de un blog con el título "¿Alguien ha visto a Iván Camacho?". Y aunque nunca imaginé ver mi nombre dentro de una publicación que llevara por encabezado "Nomás dos chelas", he de confesar que el texto me sorprendió gratamente.

Se trataba de una estampa de la experiencia vivida por uno de mis alumnos hace ya varios años, cuando andaba yo predicando en el desierto lagunero. La institución era una universidad lasallista en Gómez Palacio, Durango; las clases eran de Álgebra superior, Psicología de los negocios, Textos literarios hispanoamericanos II, y Lingüística. El ahora exalumno en cuestión, narra en su blog algo de lo que pasaba en mis clases de Literatura y Lingüística.

Fue un viaje al pasado, con catapulta hacia el presente y el futuro. Aunque como maestro uno siempre quiere trascender, y que los alumnos se llevan más que contenidos académicos: ejemplos, inspiración, herramientas, armas, experiencias, sueños, etc.; pocas veces nos es dado comprobar qué tanta mella hemos hecho en las personalidades en formación que desfilan por nuestras aulas. Y aunque en teoría y por principio, la labor docente es trascendente y trascendental, la mayoría de las veces el maestro es ese loco, esa minoría de uno, que intenta encender la chispa que provoque el incendio. Me asombró la descripción de mis clases, vistas desde el pupitre y tras el paso del tiempo. No puedo negar que me gustó el tono con que pinta mi presencia en la escuela y en el salón. Me sobrecogió el impacto que unas semanas compartidas pueden llegar a tener.

Desde los días descritos en "Nomás dos chelas" he dado clases de muchas asignaturas, la mayoría de ellas científicas, pero sin dejar de lado las humanidades. Tuve la oportunidad de escribir un libro de texto que se vende bien. He podido participar en un par de proyectos educativos bastante intersantes, uno de ellos es lo que hago en el Centro de Educación Innovativa Elizabeth Seton, un verdadero laboratorio docente, con excelentes directivos y material humano. El otro proyecto que ha ocupado mis días es lo que hemos construído alrededor del Material World Modules (MWM); una opción para la enseñanza de las ciencias de la que les hablaré próximamente. Además, cual perfecto colofón, pude estudiar una Maestría en Educación Científica, donde se conjuntan mis dos grandes pasiones intelectuales: la ciencia y la educación.

En fin, que lo escrito por mi exalumno me conmovió (gracias Quitzé). Pero más me conmovió darme cuenta que dos de los comentarios que parecían publicados, eran de gente que conozco y me conoce. Uno de ellos era de otro exalumno, compañero de aventuras en el MWM y en el Colegio de Bachilleres de Chihuahua (gracias Óscar), quien también expresó parte de lo que pudimos compartir en el aula. Y el otro comentario era de mi alma gemela, aquella a la que le debo más de lo que sé (gracias, amor mío).

Dense una vuelta por Nomás dos chelas, vale la pena.

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