sábado, 7 de enero de 2012

Edad Media vs Tierra Media

Esta semana que termina me compartieron un dato que pudiera parecer salido de una mala broma; mismo que motiva esta nota.

En México, la Dirección General de Bachillerato (DGB), dependiente de la Subsecretaría de Educación Media Superior, tiene a su cargo distintas atribuciones relacionadas con la educación oficial de los jóvenes de 15 a 18 años que cursan en todo el país alguna de las modalidades del bachillerato. Una de estas atribuciones es "Proponer normas pedagógicas, contenidos, planes y programas de estudio, métodos, materiales didácticos e instrumentos para la evaluación del aprendizaje del bachillerato, en sus diferentes modalidades". En otras palabras, es el organismo que decide qué asignaturas y qué temas dentro de dichas asignaturas, estudian varios millones de jóvenes cada semestre. Además, la DGB, dentro de sus programas de estudio, propone la manera en que los maestros pueden impartir sus clases a través de estrategias de enseñanza, estrategias de aprendizaje e instrumentos de evaluación.

El caso es que, dentro del Programa de Filosofía, que cursan los alumnos de sexto semestre, como parte de las actividades de aprendizaje del Bloque III (Analizas la transición que va de la cosmovisión medieval a los problemas de la modernidad), aparece la siguiente sugerencia: "Realizar el análisis de una obra literaria con tema medieval como: "En el nombre de la rosa", “La Divina Comedia” o "El señor de los anillos". Realizar un organizador de círculo de conceptos que contextualice la filosofía del periodo."

Son muchas las reflexiones que pueden surgir de este pequeño texto, perdido en el mar de información que componen los programas de estudio: ¿clasificar "El Señor de los Anillos" como una obra con temática medieval de donde se puedan extraer elementos para contextualizar la cosmovisión de la edad media? ¿cómo podemos fiarnos de las sugerencias didáctico-pedagógicas de alguien que no puede distinguir algo tan evidente?

Este "detalle" es una muestra del estado de la educación en México, en donde se toman decisiones desde un escritorio y se pretende cambiar la realidad de un plumazo. Es la realidad educativa de un país en donde ni los encargados de elaborar los planes y programas de estudio son personas preparadas en su área. ¿O será que los que firman como elaboradores de programas no son quienes en verdad los hacen? Eso sin contar lo que implicaría leer tres volúmenes de 600 páginas para luego hacer un análisis literario para uno solo de los temas de un programa bastante ambicioso; y lo complicado que puede resultar extraer concepciones filosóficas y de cosmovisión a partir de una obra de ficción.

Quizá lo único rescatable pudiera ser que los adolescentes tengan el pretexto para leer a Tolkien (o a Dante o a Eco) en la escuela. Que lean y ellos mismos sacarán sus conclusiones.

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