lunes, 12 de abril de 2010

Sal en la herida

Esta historia empezó hace ya muchos años, pero el capítulo más reciente comenzó en diciembe del año pasado cuando, en un arranque de felicidad, aprovechamos un viaje al DF para comprar en el mismísimo Auditorio Nacional, media docena de boletos para el concierto que daría Sabina cuatro meses después.

Nunca nos imaginamos que a sólo dos semanas del gran evento, por circunstancias que aún se me escapan, tuvimos que poner a la venta ese par de lugares.

Sé que actuamos con madurez; sé que hubiera sido irresponsable; sé que justo ese día es la junta para el viaje del heredero; sé que fue la decisión más sensata; sé que la logística no nos ayudaba; sé que la familia extendida difícilmente lo habría entendido; sé que la situación laboral era delicada; sé que hicimos lo correcto.

Sin embargo, pocas veces como ahora he saboreado la frustración. El destino se disfraza de cifras y ceros y nos desbarata un plan, nos aplaza un sueño.

Y justo hoy, que nos toca retornar a la realidad con todas sus letras, tras dos semanas de mueganez, se acerca uno de mis alumnos y, sin avisar, me pregunta: "¿Sabes que Sabina va a presentarse en México?"

Maldita ironía. Sumergirse de nuevo en agua helada, cuando creía estar lejos del agujero. Esta la voy a guardar para cobrársela a la vida con intereses.

"crisis en el ego,
todos al talego..."

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